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lunes, 6 de agosto de 2012

DRAMAS LÍRICOS

Teatro el Globe, grabado de la época
 

Shakespeare posee uno de los vocabularios más copiosos no solo de su época sino también de toda la Historia de la Literatura. Lo que indica su grado de precisión verbal y a la vez ese estado lingüístico de gracia que caracteriza todo su sistema de dicción y en el que intenta traducir a palabras nada menos que la realidad del hombre y la del mundo.

Pocas veces la lengua, sin dejar de ser habla, ha sido como en él un completo alfabeto capaz de representar todo y de verbalizarlo conviertiendo los términos en arma y en joya y al revés. Y ello tanto en el Shakespeare lírico  -el de los sonetos- como en el teatral.

Se ve muy bien en él la inmensa fuerza de su intenso lirismo dramático, el modo en que el pentámetro yámbico -el verso al que se tradujo la Eneida de Virgilio- sirvió de base a sus distintos mecanismos y hasta qué punto la prosodia resulta inseparable de su elocución. Pero también la huella de sus lecturas de Horacio y de Séneca y todo lo que debe al pensamiento político y filosófico de este último en lo relativo a su reflexión sobre las pasiones y el poder.

Absoluta modernidad

La muerte violenta, el fantasma de los celos, los remordimientos, la clemencia, "el mayor poder del poderoso", el honor, el sueño que disfrutan las gentes felices mientras "la corona se acuesta siempre insomne", los ejércitos, la melancolía, el amor, la adversidad, el placer imaginado, lo sublime terrorífico, la noche casi ya romántica, el lenguaje de las flores, las referencias mitológicas en que aquello se envuelve y una temperatura léxica que eleva el nivel de los signos hasta ese grado máximo que quería Pound... todo eso desfila por las obras de Shakespeare.

Sorprende, sí, la absoluta modernidad de Shakespeare tanto como nos admira su riqueza y variedad verbal. Pero más aún nos sorprende y admira su meditación sobre el tiempo en Troilo y Crésida y, sobre todo, en Macbeth, donde nos hace ver cómo la senda de los días nos ha llevado al otoño y a sus hojas doradas. Eso es Shakespeare: la invención de la verdad o su formulación lírico dramática más pura.

                                          Jaime Siles.
                                          ABC Cultural,  28 de julio de 2012.


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