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domingo, 25 de septiembre de 2011

EL VERBO MÁS PODEROSO

Se acaba de publicar la última novela de Roberto Calasso, “La folie Baudelaire”, editado por Anagrama, una “historia hecha de historias que tienden a cruzarse hasta que el lector descubre que, durante varias décadas, la Folie Baudelaire ha sido sobre todo la ciudad de Paris”

Roberto Calasso, italiano, florentino, nacido en 1941, ha publicado varias novelas, como “Las bodas de Cadmo y Harmonia”, “el rosa tiepolo”, “La ruina de Kasch”, o “Ka”, todas ellas publicadas en Anagrama.

La folie Baudelaire” es su última novela.


Compartimos con vosotros un resumen del artículo de Mercedes Monmany publicado en el ABC cultural el pasado 24 de septiembre de 2011. Lleva por título El verbo más poderoso y se centra en la figura poética de Baudelaire. y en esta última novela de Roberto Calasso.

Leyendo a Baudelaire, nos dice Roberto Calasso en su último libro o macroensayo de género radical y vorazmente irresumble, La Folie Baudelaire, se comprende por qué para Nietzsche "el nervio de la décandece estaba en París y en ningún otro lado": esas modernas mentes obcecadas en no contentarse jamás y en satisfacerse solo con crepúsculos, con civilizaciones decaídas o prematuramente envejecidas, con neurosis y pasiones malsanas, con paraísos artificiales yletales o con la abyección de flores marchitas y corrompidas portadoras de un Mal hecho de fragmentos sesgados.

"Moderno-nuevo-décadence: tres palabras que irradian en cada frase de Baudelaire, en cada aliento. Escindirlas significaría desangrarlas", señala Calasso en su ensayo-río sobre el gran magma caótico o arranque de la modernidad, encarnado como nadie en Baudelaire, signógrafo sin igual, sensible, escrupulosamente atento a cada menor "confusión y contraste" de su tiempo.
Proust dijo de Baudelaire que había poseído el "verbo más poderoso que haya resonado en labios humanos". Y otro gran genius loci de la modernidad, Mallarmé, cuando tan solo era un joven profesor de inglés perdido en la profunda provincia fracesa, al leer con quince meses de anticipación la noticia equivocada de la muerte de Baudelaire, pasó dos días enteros sumido en la más profunda tristeza.

Sainte-Beuve, crítico de la época, asegura Calasso, "se ponía nervioso y se volvía huidizo en cuanto sospechaba la excelencia de alguno de sus contemporáneos, como pasó con Stendhal, Balzac, Flaubert y con Baudelaire"; con este último fue más allá, se comportó de una forma directamente "cruel". Le regaló una frase entre venenosa y cínica a su vilipendiado libro "Las flores del mal", acusado en su día de "ultraje a la moral pública".

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